El hacer familia hoy es una decisión cada vez más personal tanto para la mujer como de la pareja. En Chile, de acuerdo a cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE) en 1990 un 10,02% de los nacimientos correspondía a mujeres de 35 años y más, mientras que en el año 2003 esta realidad experimentó un ascenso del 16,25%. Y aunque la tendencia actual es de menos nacimientos, lo cierto es que una proporción cada vez más importante de estos ocurren precisamente en mujeres de mayor edad; nuevas madres que cuentan con más ventajas desde el punto vivencial y emocional pues sienten estar más preparadas para enfrentar la maternidad y la crianza de sus hijos.
La fertilidad de la mujer declina en forma progresiva con el paso de los años, especialmente en mujeres mayores de 35 años, quienes tienen la mitad de las probabilidades de concebir que una mujer de 25 años. La capacidad fértil de la mujer se relaciona con la cantidad de oocitos presentes en ambos ovarios. A diferencia de los hombres, las mujeres nacen con un número determinado de óvulos (oocitos) los que se pierden indefectiblemente con el paso del tiempo. Se ha demostrado que la mujer al nacimiento presenta un total de oocitos que oscilan entre 1 y 2 millones, número que al momento de la pubertad ya se ha reducido a 300 y 500 mil, para descender a 25.000 folículos a los 37 años de edad y terminar con un remanente de 1.000 folículos a la edad de los 51 años.
Lamentablemente estos conceptos están poco difundidos a la población. Algunas mujeres con alta orientación hacia la carrera profesional, asumen que pueden postergar la maternidad y terminan descubriendo que realmente no es así. En Europa, 1 de cada 3 mujeres de las profesionales todavía no tienen hijos a los 40 años de edad. A pesar de su nivel educacional, la minoría de ellas se lo planeó así y muy pocas demostraron saber que probablemente no podrán ser madres. En esta misma línea, en EE.UU. estudios dan cuenta que las mujeres sobreestiman en 5 y 10 años la edad a la cual la fertilidad comienza a declinar.
En esta carrera contrarreloj, la fertilidad no es el único que cambia con la edad. Las mujeres que quedan embarazadas pasado los 35 años son más proclives a sufrir complicaciones asociadas a un aborto involuntario, embarazo ectópico, preeclampsia, hipertensión, diabetes gestacional, complicaciones de la placenta, restricción del crecimiento intrauterino y nacimiento por cesárea. Además de sus bebés correr un mayor riesgo de nacer bajo peso y padecer anomalías cromosómicas o malformaciones no genéticas, por lo que es siempre importante que ellas obtengan cuidados prenatales desde temprano para un tratamiento adecuado.
Pero no todo es negativo, las nuevas mamás han demostrado mayor madurez y preparación para este nuevo paso de la vida en familia.
Si la mujer lleva una vida saludable, con actividad física regular y sin antecedentes de problemas de salud crónicos, como diabetes o hipertensión, es posible que la probabilidad de riesgos para ella y su bebé disminuyan durante el periodo de gestación y el parto.
En el caso de estar tratando de concebir sin éxito, su médico o matrona deberán derivarlo a un especialista en fertilidad. En general, las parejas deben consultar tras seis meses de actividad sexual no protegida.
No obstante, si desean tener hijos, pero no están del todo listo para dar este paso aún, es posible considerar la congelación de sus oocitos. Técnica que permite a las mujeres mejorar significativamente las probabilidades de éxito, junto con disminuir el riesgo de alteraciones cromosómicas, como el Síndrome de Down, y aborto.
En Clínica Ciudad del Mar, a través de su Unidad de Ginecología, existen especialistas en medicina reproductiva y en medicina fetal que podrán ayudarlos en este proceso.
Dr. Aníbal Scarella, Ginecólogo Obstetra CCdM