Runners en Chile: ¿la ruta final hacia la lesión?

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Si hablamos de runner en Chile, el término resulta casi natural. Una fotografía de la actualidad obvia y muy diferente si la comparamos con la actitud de chilenos hace no muchos años atrás, en relación a llevar una vida deportiva a través del trote o “running”, como se le conoce en forma masiva.

Ya en 2012 el Instituto Nacional del Deporte revelaba que la cifra de sedentarismo en el país disminuyó en un 3.7%, equivalente a unos 500 mil nuevos deportistas, consolidando ya ese año al running como el segundo deporte favorito de los chilenos para practicar con habitualidad por debajo del fútbol, alcanzando cifras de 14.7% y 21.5% de preferencia respectivamente. Considerando estos antecedentes, no es casual que durante la última maratón de Santiago, celebrada el pasado 12 de abril, convocara a más de 28 mil corredores de diversos países, aunque el grueso de la masa estuvo compuesto por chilenos.

¿Se trata de una moda? ¿Será quizá una tendencia adoptada en forma masiva y con mayor naturalidad que otros países de Latinoamérica? Todas preguntas totalmente válidas, excepto por un sólo antecedente: ¿cómo debemos prepararnos para poder participar de estas actividades sin perjudicar nuestra salud? El traumatólogo y especialista en el tema de Clínica Ciudad del Mar, Dr. Sergio Fajardo, es claro en destacar que el entrenamiento previo y la preparación son fundamentales, y a pesar de lo lógico que suena, no son muchos los que toman en cuenta este paso fundamental antes de vestirse de corto.

“Damos por hecho que un runner principiante, ya se ha efectuado los chequeos médicos mínimos como para descartar o identificar alguna patología que no sea compatible con este deporte”, explica el especialista, poniendo énfasis en el desarrollo de un plan de entrenamiento básico, consistente en “una rutina de caminata combinada con trote, donde la caminata vaya aumentando y disminuyendo paulatinamente. Antes de cualquier sesión de entrenamiento, debe efectuarse una etapa de elongación suave y calentamiento. Posterior al ejercicio se hace una etapa de enfriamiento paulatino con elongaciones.

El entrenamiento debe hacerse a lo menos 3 veces por semana, intercalando días de reposo”, precisa. Todo indica que en aquellos runners principiantes, lo errores más frecuentes se repiten. Algunos de ellos pueden producir lesiones importantes, considerando que la prevención no resulta tan compleja. “Los errores más frecuentes que se observan son el uso de calzado inadecuado sin los acolchados requeridos; correr en superficies duras. Se debe privilegiar superficies blandas como pasto o tierra. No llevar suficiente hidratación para uso durante el ejercicio y no hacer suficiente preparación antes del ejercicio, es decir elongación y calentamiento”, indica el Dr. Sergio Fajardo de Clínica Ciudad del Mar.

De no tomar en consideración este importante paso antes de transformarse en un runner, es necesario conocer las consecuencias patológicas que puede acarrear un proceso de preparación previo que no cuente con la supervisión de un especialista. Según el Dr. Sergio Fajardo, las patologías más frecuentes pueden ser: desgarros musculares frecuentes, inflamación de tendones que terminan siendo crónicos, accidentes tales como caídas por cansancio y agotamiento físico.

“Es de especial importancia saber cuál es el límite personal y no pretender hacer todo de una vez y en corto tiempo”, recomienda. Cómo evitar una lesión Todo indica que el secreto para evitar una lesión como las antes mencionadas, está en nuestras manos y en la disposición, preparación y conocimiento que tengamos de esta disciplina deportiva. Por esta razón siempre las recomendaciones básicas apuntan a abordar en forma individual y personal el tema. Por ello, es necesario considerar que no todas las personas tienen la misma capacidad o resistencia, por lo que se debe partir midiendo cuál es el tiempo y esfuerzo máximo óptimo para cada persona, agrega el Dr. Sergio Fajardo, quién señala cómo controlar un imprevisto provocado por el ejercicio desarrollado.

“Esto se consigue en parte mediante la evaluación de la frecuencia cardiaca en ejercicio controlado al máximo durante 5 minutos y registrando el pulso. Esto lo hace generalmente un médico. Este valor, es nuestro máximo, y posteriormente el maratonista debe mantener su pulso en distintos rangos bajo este máximo, dependiendo de los objetivos que se haya trazado. De esta forma, debe aumentar el tiempo y distancia en función de lo que le permite este máximo hasta obtener la distancia que desea”, concluye.