Actualmente el ginecólogo es entendido como el médico de la mujer: la acompaña en sus embarazos, partos, y en la solución de enfermedades que comprometen nada menos que la intimidad. Debido a lo delicado que pueden ser estos temas para algunas, que a veces no se atreven a realizar ciertas preguntas, el ginecólogo CCdM, Dr. Aníbal Scarella, responde las dudas más frecuentes y más difíciles de consultar.
En la mucosa vaginal existen diversos organismos que conforman la flora vaginal. Estos microorganismos viven de manera natural y sin causar daño en esa zona y son conformados primariamente por los lactobacilos Döderlein. Un microbioma vaginal sano mantiene un pH ácido (<4,5) que es desfavorable para el crecimiento de patógenos comunes previniendo infecciones vaginales por bacterias (vaginosis bacteriana), infecciones por hongos u otros organismos. Los lactobacilos además, ocupan el nicho ecológico que de otra manera estaría disponible para la explotación por parte de organismos patógenos. Sin embargo, las bacterias dañinas o un desequilibrio en las bacterias pueden causar una infección. Un cambio en la flora bacteriana normal, que puede ser debido al uso de antibióticos o desequilibrio del pH, permite a las bacterias nocivas multiplicarse. Las alteraciones hormonales, propias de las mujeres embarazadas o menopaúsicas las exponen a un elevado riesgo de contraer una infección vaginal.
Las duchas vaginales, y los desodorantes vaginales que alteran la flora vaginal, predisponen a las mujeres a desarrollar vaginosis bacteriana; El uso de jabón en la mucosa vaginal también altera la flora y por tanto, se aconseja sólo el uso de jabón neutro en la piel.
Anatómicamente, la vagina está muy cerca del ano, por lo que una higiene deficiente o con una técnica inadecuada puede facilitar la aparición de infecciones vaginales. De no ser corregida las medidas higiénicas, pueden transformarse en recurrentes.
Para reducir el riesgo de infección en el área local se aconseja: orinar inmediatamente después de la actividad sexual, evitar irritantes y duchas vaginales, mantener una adecuada higiene de la región perianal (por ejemplo, siempre realizando el aseo tras defecar de adelante hacia atrás).
Al igual que la depilación y el uso de jabones íntimos pueden causar problemas en el área genital, el uso de ropa interior pequeña popularmente conocida como “colaless”, se asocia a problemas ginecológicos como infecciones urinarias o vaginales. Esto se explica por la irritación que produce la ropa interior sobre los labios menores, junto con el hecho de que la misma ropa puede actuar como vector o medio de transporte para las bacterias del ano hacia la uretra o la vagina.
La infección del tracto urinario es la enfermedad infecciosa más frecuente en la mujer embarazada, afectando a un 12% de la población general y hasta un 30% de las mujeres con factores de riesgo. Las formas de presentación son la bacteriuria asintomática (urocultivo positivo sin síntomas) infección urinaria baja o cistitis (con molestias, dolor o sangre al orinar, habitualmente sin fiebre), y la pielonefritis aguda (caracterizada por dolor lumbar, fiebre alta, nauseas y vómitos). La mujer embarazada presenta un riesgo aumentado de infección de tracto urinario. Este fenómeno está asociado a que la uretra en la mujer es más corta; y en el embarazo aumentan las proteínas, bicarbonato y el azúcar, además que la progesterona, hormona propia de la mujer embarazada, dilata las vías urinarias, generando ectasia y aumento del volumen residual en la vejiga. Todos estos fenómenos, sumado a la compresión de las vías urinarias por el útero, incrementan el riesgo de infección, lo que se traduce en un mayor riesgo de aborto, parto prematuro, disfunción renal, absceso perinefrítico y sepsis materna.
El sexo seguro se basa en tres pilares: la abstinencia sexual, el uso estricto del condón, y/o el tener una pareja estable. La única manera de estar seguro de que no va a contraer una infección de transmisión sexual (ITS) es no teniendo relaciones sexuales. Sin embargo, quienes tienen relaciones sexuales, pueden reducir enormemente su probabilidad de contraer una ITS mediante el uso del preservativo.
Es destacable que las personas que usan preservativo pueden contagiarse con infecciones de transmisión sexual, ya sea porque no se utiliza siempre, porque antes de utilizarlo hubo contacto genital, o por transmisión directa con las manos tras tocar los genitales del contagiado. Además, los preservativos no cubren toda la piel que entra en contacto con otra persona y existen algunas infecciones que pueden extenderse sólo por contacto de piel a piel, como sucede con las verrugas genitales. Por último, los preservativos pueden romperse o salirse. Se aconseja entonces, que toda persona que lo utilice tenga una consejería por un profesional previo al inicio de las relaciones sexuales.
La detección de ITS incluye una serie de pruebas que utilizan los médicos para saber si una persona tiene alguna enfermedad venérea. Las ITS a menudo no causan síntomas, y por tanto, las personas pueden tener enfermedades de transmisión sexual sin saberlo. Se recomienda entonces, que las personas que están en riesgo de ITS se controlen, incluso si no tienen síntomas y se sienten bien. Hay diferentes tipos de pruebas que detectan diferentes infecciones. Muchas ITS se pueden encontrar a través de un análisis de sangre o de orina. La decisión de qué examen realizar se basa en los antecedentes de cada persona. Sin embargo, habitualmente, toda persona sexualmente activa, debiese tener una evaluación antes de iniciar una nueva relación sexual buscando los siguientes organismos: HIV, sífilis, gonorrea, clamidia, Hepatitis B y C.