Desde el inicio de la crisis sanitaria, los profesionales de la salud han tenido que enfrentar nuevos desafíos y necesidades para asistir a los pacientes hospitalizados por coronavirus.
La Fonoaudiología es una disciplina enfocada en la prevención, diagnóstico y rehabilitación de áreas que afectan la comunicación y deglución, a lo largo de todo el ciclo vital.
José Ignacio Marambio, fonoaudiólogo y coordinador de esta unidad en Clínica Ciudad del Mar, comenta: “Nuestro trabajo ha estado siempre dirigido hacia las áreas de deglución y comunicación en personas adultas hospitalizadas en unidades críticas (UPC y UTI). Hasta antes de la pandemia, la gran mayoría de nuestros pacientes tenían patologías neurológicas, principalmente, accidentes cerebrovasculares”.
Para José Ignacio, lo más desafiante durante esta pandemia, ha sido trabajar en UCI y estudiar constantemente para aprender sobre las secuelas que deja el COVID-19. Además, con el paso de los meses la cantidad de casos aumentó exponencialmente, atendiendo 5 veces más pacientes que en un año habitual.
“Con la llegada de la crisis sanitaria, nuestra profesión debió orientarse a los pacientes contagiados. Los tratamientos se dirigieron a diagnosticar y tratar alteraciones en deglución y fonación”, agrega.
Debido a la pandemia, se han desarrollado nuevos requerimientos y necesidades que los fonoaudiólogos han tenido que resolver. Generalmente, cuando se detecta una disfagia, que es una alteración en la deglución, se realizan ejercicios que permiten restaurar esta función, esto ha tenido que ser adaptado a las complejidades que se han generado en los tratamientos para pacientes con COVID-19 hospitalizados.
En primer lugar, está la intubación que genera efectos en las capacidades para tragar y hablar. Estas alteraciones incrementan su gravedad de forma proporcional al tiempo de uso de un tubo orotraqueal. Luego, cuando se logra extubar al paciente, se realiza una valoración de la deglución y fonación, según ese resultado, se determina la posibilidad de ingesta de alimentos por la boca. Si existe riesgo de aspiración de comida, por falla en los mecanismos de protección de la vía aérea, se inicia la rehabilitación. Durante ese tiempo, el paciente se debe alimentar a través de una sonda instalada en la nariz.
Cuando no se puede extubar, por existir requerimientos de apoyo de ventilación mecánica prolongada, se opta por la instalación de una cánula de traqueostomía, reemplazando el tubo orotraqueal, lo que tiene muchos beneficios para el proceso de rehabilitación. En esta etapa, el trabajo en conjunto con Kinesiología es fundamental.
El fonoaudiólogo señala: “En pacientes traqueostomizados, lo primero que se debe hacer es mejorar el manejo de secreciones orales, luego se continúa con entrenamiento para poder hablar. Existen unos dispositivos llamados válvulas de fonación, que se instalan en la cánula y el aire se redirige hacia las cuerdas vocales permitiendo que el paciente se vuelva a comunicar vía oral. Este es quizás uno de los eventos más relevantes para el paciente, ya que se coordina la visita en conjunto con terapia ocupacional para realizar videollamadas a familiares”.
Tras el retiro definitivo de la cánula de traqueostomía, los esfuerzos van dirigidos a lograr que la persona se alimente por la boca y se comunique oralmente, además de restaurar la movilidad y el cierre de las cuerdas vocales, mejorando la coordinación fonorespiratoria.
Finalmente, José Ignacio agrega: “Mi recomendación para todos nuestros pacientes es el autocuidado, independiente si es una persona de salud frágil o un gran deportista. No olvidar la higiene de manos frecuente, el correcto uso de mascarillas, la distancia social y la vacunación”.