El riesgo de no vacunar a los niños

La tendencia de no vacunar a los niños ha tomado fuerza y se está haciendo, cada vez, más popular en la sociedad. En internet proliferan los documentos y artículos que avalan la suspensión de vacunas, afirmando que son peligrosas y nocivas para el organismo y asociándolas, incluso, con trastornos neurológicos y autismo.

Para la infectóloga pediátrica de Clínica Ciudad del Mar, éstas son acusaciones sin fundamento ni evidencia científica. “Actualmente existen muchas campañas antivacuna que han logrado gran difusión comunicacional a pesar de no sustentarse en hechos comprobados, además del mayor posicionamiento de medicinas alternativas, tales como la Medicina Antroposófica, la cual, dentro de sus prácticas avala la suspensión de ciertas vacunas, por no considerarlas fundamentales”, señala la Dra. Fuentes.

Los especialistas afirman que si esta tendencia sigue creciendo, tendrá efectos individuales y comunitarios. Si una persona no cuenta con ciertas vacunas, sus probabilidades de presentar enfermedades como coqueluche (tos convulsiva), rubeola, paperas e incluso meningitis, aumentarán considerablemente. El peligro se acrecienta en el caso de  los menores de dos años, quienes presentan mayor mortalidad al desarrollar este tipo de infecciones.

Por otro lado, si disminuye la cobertura de los programas de vacunación en la población, inmediatamente los riesgos de contraer las enfermedades en la comunidad serán mayores.  “Los padres, muchas veces, piensan que hay ciertas infecciones que ya se encuentran erradicadas, un ejemplo de ello es el sarampión. Actualmente, no existen casos autóctonos en Chile, producto de la vacunación masiva, sin embargo, si dejáramos de implementarla, la población se encontraría nuevamente expuesta a adquirir esta enfermedad a través de inmigrantes o viajes a países vecinos”, enfatizó la pediatra infectóloga.

Para evitar posibles enfermedades, los especialistas hacen un llamado a los padres a vacunar a sus hijos, recalcando que nunca es tarde para hacerlo y que los esquemas de vacunación incompletos pueden reiniciarse en cualquier momento, salvo cuando la enfermedad ya ha atacado al organismo.

“En el caso que el niño esté cursando la enfermedad, las vacunas no son útiles como tratamiento. Estas sólo funcionan como una medida preventiva, es decir, antes de que el niño se exponga al microorganismo que produce la enfermedad”, concluye la doctora Fuentes.