En el embarazo es fundamental seguir ciertos cuidados para que este proceso sea lo más seguro y grato posible. Una de las enfermedades más usuales de este periodo es la diabetes gestacional, la cual si no es tratada a tiempo, puede afectar al recién nacido y a la madre.
El Dr. Luis Ignacio de la Torre, gineco-obstetra de Clínica Ciudad del Mar, explica: “La diabetes gestacional es la alteración de los niveles de azúcar en la sangre. Habitualmente se genera después de la mitad del embarazo y se diagnostica en el segundo trimestre, entre las 26 y 28 semanas, mediante la prueba de tolerancia a la glucosa”.
Las mujeres más propensas a desarrollar esta enfermedad son aquellas con resistencia a la insulina, antecedentes familiares, sobrepeso, obesidad, en caso de haber presentado esta patología en gestaciones anteriores y si sus hijos pesaron más de 4 kilos. Por otra parte, un signo de alerta es la detección del crecimiento del feto más allá de los límites normales y/o exceso de líquido amniótico.
“Las principales causas son alteraciones en el metabolismo de los hidratos de carbono o azúcares que dependen del funcionamiento del páncreas y la producción de insulina. También, por la capacidad del organismo de absorber azúcar, donde las células del músculo, hígado, cerebro y del feto son las que van a intentar atraer la glucosa. Además, en el embarazo se produce un aumento de lactógeno placentario y otras hormonas que hacen que la mujer sea resistente a la acción de la insulina”, añade el especialista.
Habitualmente esta enfermedad no presenta síntomas y se diagnostica con exámenes, uno de ellos es la medición de la glucosa. La alteración de este examen con valores sobre los 140, se considera diabetes gestacional, lo mismo ocurre si la glucemia o azúcar en ayunas presenta niveles alterados. Cuando estos resultados se obtienen en el primer, segundo o tercer control, se debe consultar con el médico tratante, quien hará una evaluación de los factores de riesgo, además de la compensación o descompensación de diabetes.
El Dr. de la Torre menciona: “Si la enfermedad no es tratada, puede generar complicaciones al feto como malformaciones, crecimiento insuficiente o exagerado dentro del útero. Por otro lado, provoca más riesgo de aborto en quienes tienen diabetes antes de la gestación y en el recién nacido aumenta la posibilidad de que este padezca hipoglicemia, hipocalcemia, exceso de globulos rojos, dificultad respiratoria y presentar hipertensión o diabetes cuandos sean adultos”.
El tratamiento consiste en mejorar la alimentación para reducir el consumo excesivo de carbohidratos, evitar periodos prolongados de ayuno y hacer actividad física. Además, la ecografía y otros exámenes de control, ayudan a verificar que el desarrollo del feto o la salud de la madre no estén siendo afectadas. En aquellos casos que con estas medidas no se logre un buen resultado o cuando los parámetros están muy alterados al momento del diagnóstico, las pacientes pueden requerir tratamientos con controles continuos de los niveles de azúcar en la sangre.
Finalmente, el especialista agrega: “Para prevenir esta enfermedad, se debe realizar un control preconcepcional que se efectúa a la pareja, la cual busca identificar factores de riesgo que puedan ser corregidos antes de la gestación, de tal manera que se genere un embarazo seguro y libre de patologías. Una vez logrado este proceso, se refuerza la alimentación saludable y el ejercicio. Es fundamental la educación hacia el paciente, donde es necesario destacar la importancia de cuándo se debe realizar exámenes a la madre y la relevancia de acudir a sus controles maternales”.