El verano trae el descanso y la inevitable tentación de comer cosas ricas con mayor contenido calórico al habitual. Lo importantes es saber que pese a salirnos un poco de la dieta, es posible mantenernos en forma si equilibramos la actividad física y nos alimentamos sin caer permanentemente en excesos.
Pastel de choclo, pan amasado, postres y helados son algunos de los clásicos alimentos que se consumen durante las vacaciones de verano. Esta estación del año que invita a disfrutar, descansar y divertirse, no debe ser necesariamente sinónimo de kilos de más. Para evitar que ello ocurra se deben poner en práctica algunos consejos que permitan mantener el peso durante el resto del año.
Según la nutricionista de Clínica Ciudad del Mar, Daisy Ruiz “los alimentos que se deben privilegiar son las frutas y verduras estacionales que aportan vitaminas minerales fibra y líquidos. Por otra parte, se deben evitar las frituras y alimentos de alto contenido graso”.
Tras las celebraciones de Navidad y Año Nuevo es importante restablecer el orden y medir las porciones a la hora de la ingesta. “La recomendación es consumir 4 comidas al día, de preferencia con un alto aporte de fibra y realizar además actividad física tres veces a la semana como mínimo”, agrega la especialista.
En promedio un adulto debe consumir 2 mil calorías al día, pero generalmente en las vacaciones esta cifra aumenta. “Para mantenerse en forma es vital incrementar el consumo de agua en este período, ya que el calor provoca un aumento en la sudoración para regular la temperatura corporal, y ello genera una mayor demanda del organismo por líquidos”, comenta la nutricionista.
Además de hidratarse permanentemente, lo ideal en esta época es consumir abundantes verduras y frutas. La nutricionista de Clínica Ciudad del Mar, Daisy Ruiz recomienda dar preferencia a las ensaladas verdes como achicoria, apio, espinaca cocida y cruda, espárragos, alcachofa, tomate, lechuga, pepino, pimentón, repollo, zapallito italiano crudo, aliñadas con aceite vegetal, jugo de limón o vinagre y sal con moderación.
Por último, es importante tener en cuenta que los riesgos por exceso de consumo de grasas, azúcar y sal pueden provocar algunas enfermedades agudas como gastritis, colecistitis (inflamación de la vesícula), síndromes diarreicos, entre otros. La nutricionista afirma que “en pacientes con patologías crónicas como hipertensión o diabetes las consecuencias pueden ser mayores, como presentar una crisis hipertensiva o descompensación glicémica, mientras que en el caso de pacientes con cuadros coronarios, el aumento de consumo de grasas puede ser fatal”.