Los trastornos alimentarios (TAI) son un problema de salud en todo el mundo y Chile no es la excepción. Son la tercera enfermedad crónica más común entre los adolescentes, después de la obesidad y el asma.
Los TAI son enfermedades mentales que se presentan con alteraciones en la conducta de la alimentación y en la distorsión de la imagen corporal, y pueden tener consecuencias físicas y psicológicas graves.
La Dra. María Verónica Marín, pediatra nutrióloga infanto-juvenil de Clínica Ciudad del Mar, explica: “Estos trastornos psíquicos pueden alcanzar una mortalidad de 6 a 12% por causas médicas y psiquiátricas. El porcentaje de suicidio de adolescentes con esta patología, va desde el 1.8 al 7.3%, por eso, es muy importante realizar un diagnóstico precoz y un tratamiento adecuado”.
El período de la vida en que existe un mayor riesgo de presentar estas patologías, es durante la adolescencia media y tardía, pero también afecta a niños pequeños. Puede darse en personas con diferentes formas y tamaños corporales, incluidas aquellas con sobrepeso y obesidad.
La especialista señala que no tienen una causa única, sino que son el resultado de una compleja interacción de varios factores. Las dietas sin supervisión de especialistas son el principal gatillante de estas enfermedades, quienes las desarrollan suelen reaccionar a la defensiva y enojarse cuando se les habla sobre el tema. A muchos les cuesta admitir, incluso a sí mismos, que tienen un problema con la alimentación, peso y figura.
Algunos signos de TAI son los siguientes:
Se debe acudir a un especialista frente a la presencia de alguno de los signos antes mencionados u otras conductas que hagan sospechar de un trastorno alimenticio, y también cuando se quiera iniciar una dieta, aunque esté justificada por la presencia de sobrepeso.
“Estas patologías se pueden prevenir educando a los niños sobre alimentación saludable, no promover ideales corporales, destacar la importancia del respeto y aprecio a la diversidad de cuerpos y figuras, reforzar su autoestima y autoimagen, impulsar el cuidado del cuerpo focalizado en lo saludable, no realizar métodos para bajar de peso que no sean indicados y supervisados por especialistas”, agrega la pediatra.
El pronóstico en adolescentes es mejor cuando el diagnóstico es precoz. El tratamiento es complejo, largo y requiere la participación de un equipo multidisciplinario compuesto por psiquiatra, psicólogo, nutriólogo, cardiólogo y terapeuta familiar, todos ellos especializados en el manejo de estos cuadros.
Finalmente, la Dra. Marín, agrega: “Para poder apoyar y acompañar a los pacientes que sufren este trastorno, es fundamental comprender y empatizar con el sufrimiento que esta enfermedad genera. La labor de los adultos a cargo de estos pacientes es fundamental, ya que serán los encargados de ejecutar las indicaciones del equipo tratante día tras día, supervisar el cumplimiento de las pautas de alimentación, contener y empatizar con sus hijos sin perder la consistencia ni el vínculo afectivo, para lograr una remisión completa de estos cuadros”.