Las cefaleas (dolor de cabeza) pueden ser primarias o secundarias. En las primarias no existe ninguna alteración estructural a nivel cerebral ni la influencia de algún factor tóxico o metabólico en el origen del dolor. En este grupo la cefalea tensional es la más frecuente ocupando la migraña el segundo lugar.
Las cefaleas secundarias son aquellas cefaleas en las cuales el dolor se debe a algún proceso que daña, irrita o lesiona algunas de las estructuras craneales. En este grupo encontramos el traumatismo craneal y/o cervical, trastornos vasculares craneales, alteraciones metabólicas, administración o supresión de alguna sustancia e infecciones del sistema nervioso central. La mayoría de las cefaleas son primarias.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la prevalencia mundial de la cefalea en los adultos es de aproximadamente 50%. Esto en cuanto a eventos ocurridos el último año. El 30% o más de este grupo ha padecido migraña.
Es una enfermedad de altísima relevancia para la salud y, por ello, es importante saber identificarla para tener un tratamiento oportuno.
El Dr. Andrés Villagrán, neurólogo de Clínica Ciudad del Mar, explica: “La migraña o jaqueca es más que un dolor de cabeza. Es un trastorno neurológico complejo y crónico que a menudo es hereditario. Se caracteriza por cefaleas de hasta 3 días de duración, habitualmente unilaterales, pulsátiles, intensas e incapacitantes, acompañada de otro tipo de síntomas como náuseas, vómitos, fotofobia (malestar que produce la luz), sonofobia (malestar a los ruidos) y osmofobia (malestar por olores)”. Generalmente es invalidante obligando al paciente a buscar reposo, oscuridad o silencio.
En cuanto a los factores precipitantes de las migrañas podemos mencionar el consumo de algunos alimentos como el queso, nueces, chocolate, salchichas, comida china, alcohol, frutas cítricas, café, té y bebidas.
Otro gatillante es la influencia hormonal, ya sea el período menstrual, anticonceptivos orales y estrógenos. Además, existen factores psicológicos como el estrés y los trastornos del ánimo. Finalmente destacar algunos como la falta o el exceso de sueño.
El diagnóstico se realiza principalmente con el interrogatorio del paciente más un examen físico y neurológico. Se realizan estudios con scanner o resonancia de cerebro para descartar causas secundarias. Estos estudios de neuroimágenes son solicitados cuando se está frente a banderas rojas o elementos de alarma que deben ser detectados por el médico.
El tratamiento se basa en 2 pilares:
Tratamiento no farmacológico que consiste en mantener una adecuada higiene del sueño, realizar ejercicio físico moderado, abandono del tabaco, evitar el abuso de alcohol y llevar una dieta equilibrada. Evitar el consumo de alimentos que sean gatillantes. Tratar los trastornos del ánimo y el estrés con el profesional idóneo, vale decir psiquiatra-psicólogo.
Tratamiento farmacológico, el cual se divide en sintomático y preventivo. En el sintomático se busca yugular la crisis de dolor y en el preventivo o profiláctico evitar y reducir la frecuencia de episodios. El tratamiento farmacológico debe ser indicado siempre por un médico, idealmente neurólogo, para evitar la errónea o excesiva automedicación.
Para aquellos casos donde el paciente presente migraña episódica, vale decir, episodios aislados de baja frecuencia de dolor, la terapia tiene como objetivo detener de la manera más eficaz y rápida el cuadro de dolor y aliviar otros síntomas acompañantes como las náuseas o los vómitos.
En estos casos, se recetan analgésicos comunes determinados por la edad, peso, enfermedades crónicas, antecedente de alergia a fármacos, entre otros. También se indican antimigrañosos específicos en casos de no haber respuesta al primer grupo. También medicamentos antieméticos y otros con cierto efecto sedante.
Finalmente, el Dr. Villagrán indica: “El tratamiento de profilaxis de la migraña busca disminuir la frecuencia e intensidad de las crisis y optimizar la capacidad del paciente a realizar sus actividades normalmente. En el grupo de fármacos profilácticos se cuenta con los betabloqueadores, antidepresivos, vasodilatadores y antiepilépticos. Lo importante es que la persona que presente síntomas de esta enfermedad consulte a tiempo con un especialista para realizar un estudio y diagnóstico oportuno. No se automedique.”