La alergia suele aparecer no solo en temporada de primavera, sino que se ha comprobado que los componentes alérgenos pueden afectar durante todo el año. En invierno, florecen los resfriados con síntomas muy parecidos, por esto es clave saber cómo diferenciarlos.
La gripe o resfriado suele iniciar con malestar general y decaimiento, en muchos casos se presenta con fiebre, dolores musculares, de cabeza y garganta, secreciones nasales y tos seca, a veces con expectoración que va evolucionando en el transcurso de los días. En cambio, la rinitis alérgica es una reacción inflamatoria de las mucosas que revisten las fosas nasales frente a la exposición de un alérgeno, que es una sustancia capaz de desencadenar una respuesta exagerada del sistema inmune a dicho componente extraño al organismo.
El Dr. Jan Karlsruher, otorrinolaringólogo de Clínica Ciudad del Mar, explica: “Muchas veces es difícil diferenciar estas enfermedades, ya que las señales son similares. Sin embargo, los síntomas de la alergia pueden ser de corta duración, por ejemplo, unos minutos u horas al exponerse de forma breve a algún elemento determinado, o bien, ser muy prolongados, desde semanas a meses, en caso de una condición persistente. En los resfríos, habitualmente hay antecedentes de un contagio o un enfriamiento y luego, los signos duran de 5 a 7 días, para después ceder. También, se acompañan de fiebre y dolor de garganta, complicándose con sinusitis, otitis o bronquitis”.
El origen de la rinitis alérgica es fundamentalmente genético. Si ambos progenitores tienen esta patología, el hijo puede desarrollar esta enfermedad en un 80%. Por otra parte, si solo uno de los padres tiene este problema, existe aproximadamente un 50% de probabilidad de que el niño lo herede.
Las más frecuentes son las que tienen relación con dermatofagoides (ácaros del polvo), pólenes, plátanos orientales, malezas y caspa de animales. Los síntomas más habituales son la congestión y secreciones nasales, estornudos fuertes y frecuentes, picazón de nariz, incluso irritación ocular en ocasiones.
El especialista señala: “Los tratamientos para esta enfermedad, tienen el principal objetivo de mantener al paciente libre de molestias para mejorar su calidad de vida. La terapia empieza con medidas de prevención, es decir, tratar de evitar la exposición a los alérgenos que son sensibles para la persona. En cuanto al uso de los medicamentos, existen diversas alternativas, pero los más conocidos son los antihistamínicos. Actualmente se usan los de segunda generación como la desloratadina, levoceterizina, rupatadina y fexofenadina, entre otros. También son muy utilizados los inhaladores nasales con corticoides como la mometasona y fluticasona. Otra posibilidad a considerar es la inmunoterapia para el manejo de los pacientes en base al uso de determinadas vacunas”.
Se deben realizar algunas acciones para evitar que se desencadene una reacción severa y prolongada, por ejemplo, si el paciente es alérgico al polvo de habitación, tratar de extremar todas las medidas para mantener su medio lo más limpio posible, evitar alfombras y peluches en las piezas, ventilar en las mañanas y tratar de no exponerse a ambientes que contengan mucho polvo en suspensión.
Finalmente, el Dr. Karlsruher agrega: “Se recomienda consultar con un profesional cuando se presenten molestias que orientan clínicamente a una rinitis alérgica, ya que esta condición afecta su calidad de vida. Las personas alérgicas están acostumbradas a estar congestionadas o sonarse varias veces al día, pero no es una condición normal. Se puede ofrecer un esquema de terapia muy efectivo para controlar los síntomas. Por otro lado, los pacientes que ya están diagnosticados con esta patología, lo ideal es que se controlen 1 o 2 veces por año, para ir ajustando sus tratamientos”.