Se acerca el fin de año y con ello las evaluaciones laborales, las compras y las celebraciones, lo que genera que muchas personas se sientan sobrepasadas.
El estrés es un patrón de respuesta con compromiso neurológico, endocrino, emocional, cognitivo y conductual, que se desencadena ante una situación que es percibida e interpretada como altamente exigente o amenazante. Así lo explica la psicóloga de Clínica Ciudad del Mar, Claudia Badilla, quien precisa que por estas fechas existe una tendencia a querer hacer todo lo que no se hizo durante el año y ponerse objetivos muy exigentes.
“Respondemos con estrés cuando nos ponemos metas a muy largo plazo, en desconsideración de nuestras habilidades o posibilidades, cuando están relacionadas con las expectativas de otro, en cuya opinión basamos nuestra autoestima. Y cuando el no cumplir con ellas se interpreta como incapacidad, inhabilidad frente a nosotros o a la mirada de otros”, precisa.
La psicóloga señala que hay ciertas conductas preventivas que se pueden adoptar. “Hay que fijarse en el estilo de vida, qué estoy haciendo, cuánto tiempo me tomo para el descanso, qué hago para descansar, cómo puedo lograr los desafíos que se me plantean. Detenerse a pensar y cuestionarse el funcionamiento actual y luego analizar la generación y viabilidad de los cambios”, indica.
A juicio de la profesional, hacer una planificación anticipada de las tareas, tomar períodos adecuados de descanso, evitar una mala alimentación, hacer más deporte o actividades físicas, realizar una vida familiar e intentar dejar el tabaco y el alcohol, son medidas útiles para resguardar el equilibrio. Regular expectativas, evitar compararse, centrarse en el presente e ir valorando lo que se va haciendo y no lo que queda por hacer, también son útiles para evitar llegar a extremos.
Y es que cuando el organismo responde con estrés, experimenta una producción mayor de hormonas segregadas en la glándula suprarrenal, lo que genera un estado de tensión que se puede manifestar con fatigas, náuseas, alteraciones de sueño y ansiedad. Y cuando es prolongado puede gatillar enfermedades más severas como problemas cardiovasculares o depresión.