Uno de los problemas frecuentes que presentan los niños en etapa escolar es de tipo respiratorio. Por ello es importante que los padres observen cómo respiran sus hijos al dormir, vean si roncan, si despiertan muchas veces durante la noche y/o tienen pánicos nocturnos, dado que esto puede comprometer la calidad del sueño. Se ha comprobado que el promedio de rendimiento escolar en los niños roncadores es más bajo en comparación a aquellos que no roncan, confirmando que la calidad del sueño incide en la actividad del día.
Acomodadas al fondo y arriba de nuestro paladar, las amígdalas y adenoides forman parte de los tejidos linfáticos que se encuentran en la zona de la faringe y que en su todo constituyen lo que conocemos como el anillo linfático de Waldayer. Su función es detectar los diferentes microorganismos (bacterias y virus) que se contactan con la vía aérea, enviando esa información al sistema inmunológico, para generar anticuerpos que en el futuro puedan defender a nuestro organismo de esos ataques.
Algunas veces estos tejidos aumentan su tamaño considerablemente, por lo que comienzan a obstruir la vía aérea, generando problemas respiratorios que se presentan principalmente cuando el niño duerme y se manifiestan a través del ronquido. Cuando el colapso de la vía aérea es aún mayor, pueden llegar a producirse pausas en la respiración durante la noche llamadas apneas, que en niños podrían durar 2 a 3 segundos.
Estos esfuerzos al respirar, alteran la arquitectura del sueño, impidiendo un sueño eficiente y un descanso reparador. Se producen múltiples microdespertares, por lo que durante el día su capacidad de concentración y su rendimiento se verán completamente disminuidos.
Lo anterior resulta muy perjudicial para su desarrollo intelectual y cognitivo, ya que el desarrollo potencial de las neuronas cerebrales, se produce hasta los 6 a 7 años de edad, por lo que es de vital importancia que en estos primeros años el niño esté en las mejores condiciones durante el día, para que así pueda alcanzar el máximo de su potencialidad.
Pero además de los problemas obstructivos que pueden llegar a generar las amígdalas y adenoides, donde la intervención quirúrgica es la única alternativa, existen otras causas relativas para pensar en una cirugía, como son las infecciones recurrentes, es decir, cuando el menor ha presentado más de 6 o 7 episodios de adenoiditis o amigdalitis al año. En el resto de los casos, esta afección se puede tratar con medicamentos inmunoestimulantes o antibióticos.
Y aunque muchos padres pudieran sentirse temerosos al saber que la solución es la intervención quirúrgica, el beneficio versus el riesgo no resiste ninguna discusión, el avance de la tecnología, la variedad de técnicas y la decisión de optar por un buen centro de salud son cruciales en todo el proceso, es decir, desde el diagnóstico a la intervención propiamente tal.
En Clínica Ciudad del Mar contamos con todas las tecnologías para efectuar este tipo de cirugías, además de un excelente equipo de profesionales. La técnica más innovadora es la radio frecuencia, llamada “Coblation”, que permite realizar la extirpación de las amígdalas y adenoides en base a una punta especial que genera muy poco calor. Por lo que a diferencia de las técnicas tradicionales produce escaso sangramiento intra operatorio, menos dolor y el paciente requiere de una dosis más baja de analgésicos, incorporándose en el periodo de una semana a su rutina habitual.
Dr. Ricardo Aburto, Otorrinolaringólogo Clínica Ciudad del Mar