Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la hipertensión arterial es la principal causa de muerte en el mundo. En nuestro país, se estima que más del 30% de personas mayores de 17 años la padece, pero muchos no lo saben.
La hipertensión arterial es tan discreta como otras enfermedades, pero tal vez una de las más dañinas. Corresponde a un mal crónico de alta morbilidad que consiste en la elevación de los niveles de presión arterial de forma continua y sostenida que puede afectar a varios órganos, entre ellos el corazón, los riñones y el cerebro, sin aviso previo.
Así lo indica el Dr. Álvaro Vargas, médico internista de Clínica Ciudad del Mar: “Cuatro de cada cinco hipertensos no presenta síntomas que permitan ser alertados. Sólo en algunas ocasiones, cuando la presión es muy alta, es posible que se manifiesten algunas señales como dolor de cabeza, mareos y sensación de inestabilidad, y sólo en los casos más graves alteración de conciencia o debutar derechamente con daño a los órganos”.
El especialista agrega que no se trata de un problema que afecte a un número menor de pacientes, creciendo cada año la prevalencia. Según estudios realizados en la ciudad de Concepción en los años 1988 y 2004, la enfermedad aumentó de 18,6% a 21,7%. Posteriormente, en un análisis realizado en Santiago en 2006, se obtuvo que el 33% de las personas mayores de 17 años padece la enfermedad, siendo mayor en hombres que en mujeres.
Dentro de los múltiples factores de riesgo a considerar para prevenir esta patología cuentan el sobrepeso, sedentarismo, tabaquismo, estrés y consumo excesivo de alcohol y de sal. Otros casos, son provocados por una enfermedad venal y casi el 2% tiene su origen en un trastorno hormonal o consumo de fármacos como anticonceptivos orales. En ese sentido procurar hábitos de vida saludables y realizar controles de salud periódicos permiten evitar el daño de cualquier órgano que contenga un vaso que lo irrigue.
Otras recomendaciones son efectuar una dieta baja en sal, aumentar el consumo de frutas y verduras, reducir el consumo carnes rojas, y fundamentalmente realizar actividad física aeróbica. “Los hipertensos deben realizar al menos 180 minutos de actividad física aeróbica parcelada a la semana. No se trata de ir al gimnasio o de convertirse en deportista de fin de semana, ya que así se aumenta el riesgo de sufrir eventos cardiovasculares mayores”.
Y concluye: “Es importantísimo disminuir el hábito de fumar. Es tan potente el desbalance en el tejido vascular de factores vasoconstrictores por sobre los vasodilatadores, que todo fumador es propenso a un engrosamiento vascular, una disminución de la distensibilidad y una mayor vasoconstricción. Eliminando estos malos hábitos se asegura una baja de presión significativa y por tanto, un peligro latente para la salud”.