En el cuerpo humano existen órganos que desempeñan un papel necesario en la defensa contra infecciones. Las amígdalas y adenoides corresponden a estructuras del sistema linfático ubicadas en la parte posterior de la orofaringe y nariz. Son dos guardianes silenciosos del organismo, pero que a veces pueden provocar problemas para la salud.
La función que realizan, en los primeros años de vida, es la detección de diferentes microorganismos que contactan con la vía aérea, enviando esa información al sistema inmunológico para generar anticuerpos.
El Dr. Cristian Papuzinski, otorrinolaringólogo de Clínica Ciudad del Mar, explica: “Tanto amígdalas como adenoides son necesarias en niños pequeños, pero no son una parte esencial de las defensas en el escolar ni en el adulto, es por eso que se reducen (atrofian) y eventualmente desaparecen de forma espontánea. No obstante, a veces pueden agrandarse, debido a infecciones recurrentes o como parte de una una respuesta alérgica, siendo recomendable su extirpación”.
El especialista señala que es necesario acudir con un médico cuando los menores presenten episodios frecuentes de amigdalitis, pudiendo tener las amígdalas más rojas de lo normal, placas pultáceas, dolor de garganta, en ocasiones, acompañado de dolor de oídos, dificultad para tragar, inflamación de los ganglios linfáticos del cuello, fiebre y mal aliento. A su vez, estos tejidos aumentan su tamaño, obstruyendo la vía aérea y generando problemas respiratorios, los que se presentan principalmente en el sueño, provocando ronquidos.
“Cuando el colapso de la vía aérea es aún mayor, se pueden producir pausas en la respiración durante la noche, llamadas apneas, lo que representa un esfuerzo al respirar, alterando la arquitectura del sueño, impidiendo un descanso eficiente y reparador, por lo que durante el día la capacidad de concentración y rendimiento se verán afectados”, comenta el Dr. Papuzinski.
Para tratar estos problemas más graves se opta por la amigdalectomía, cirugía que consiste en la extirpación quirúrgica de las amígdalas, cuando además se extirpan los adenoides, se habla de adenoamigdalectomía. Estas son una de las intervenciones quirúrgicas más frecuentes y comunes en los niños.
“Deben ser realizadas por un médico otorrinolaringólogo en pabellón y con anestesia general. La mayoría de las veces es un procedimiento ambulatorio y tiene una duración de entre 30 y 60 minutos. Existen varias opciones quirúrgicas sin haber una superior a las otras; se pueden usar técnicas frías (con tijeras, guillotina, bisturí o asas de alambre) o técnicas calientes, en las cuales se usa energía térmica (electrocauterización o radiofrecuencia)”, señala.
Se recomienda que todo niño que presente amigdalitis de manera recurrente sea evaluado por un especialista. Lo anterior cobra más relevancia si, además, el menor ronca o presenta episodios de apneas. A veces, debido al aumento de tamaño de adenoides y/o amígdalas se pudiera afectar el habla, siendo también necesaria la evaluación de un fonoaudiólogo para descartar otra alteración del lenguaje.
El Dr. Papuzinski indica: “Para tratar a tiempo cualquier patología que afecte las adenoides o amígdalas es muy importante la visita periódica con el médico pediatra, manteniendo un control óptimo de las posibles enfermedades respiratorias asociadas, ya que muchas veces es este especialista quién detecta algún problema y derivará al otorrinolaringólogo de ser necesario”.