Se acerca fin de año y muchos padres comienzan a planificar las anheladas vacaciones. Algunos se preguntan qué aspectos deben considerar para viajar con sus hijos. Otros, sobre todo los primerizos, se cuestionan la posibilidad de salir con un recién nacido y hay otros que se complican, pensando que los niños podrían aburrirse. En la mayoría de los casos no existen restricciones y sólo basta con tomar ciertos resguardos para disfrutar en familia.
Muchas son las alternativas y panoramas que ofrece el verano, aunque independiente de la elección escogida, se debe tener presente que unas buenas vacaciones familiares, entendidas como un tiempo destinado a la interacción en un clima de relajo y diversión, puede constituir una experiencia muy enriquecedora en términos emocionales para todo el núcleo familiar.
Según la Sicóloga de Clínica Ciudad del Mar, Claudia Badilla, se trata de una instancia que permite desarrollar otro tipo de aprendizaje, además de una oportunidad para compartir valores y creencias familiares, desarrollando el sentido de pertenencia y reforzando la unidad familiar. Incluso, podría considerarse como algo terapéutico, ya que muchas veces las vacaciones logran generar cambios importantes en el comportamiento de los niños y en la dinámica familiar.
Así, niños que tienen buenas experiencia veraneando con sus padres, establecen lazos afectivos saludables, son más expresivos y comunicativos con los adultos, generan una relación de complicidad y confianza en base a la aceptación, afecto y consideración parental, desarrollan un sentido de pertenencia, lo que es favorable en las diferentes etapas evolutivas; desde el desarrollo de confianza básica, espontaneidad, iniciativa y autoconocimiento en diferentes ámbitos.
Es por ello que recomienda, en la medida de lo posible, destinar un periodo de vacaciones no menor de 15 días, además de hacer partícipes a los niños en la planificación.
A juicio de la sicóloga existen muchos padres que se estresan demasiado con las vacaciones de los hijos, sintiendo que es parte de su responsabilidad el que lo pasen bien, y olvidan que el objetivo principal es descansar y cambiar de actividades, por lo que el llamado es a no exagerar.
Por su parte, el Pediatra de Clínica Ciudad del Mar, Dr. Claudio Cisterna señala que es muy importante evaluar las características del lugar escogido. Por ejemplo, si se ha optado por salir del país y visitar alguno tropical, se debiera contemplar con antelación la colocación de ciertas vacunas. Otro ítem importante suele ser el clima, ya que por muy obvio que parezca, en aquellos lugares que hace mucho calor, hay que tener especial cuidado con los recién nacidos, menores de 6 meses, que tienen prohibido el uso de protector solar.
Para evitar que el viaje se convierta en un problema en aquellos trayectos de más de tres horas, donde los niños suelen aburrirse, marearse y perder la calma, el pediatra aconseja realizar paradas cada una o dos horas, además de distraerlos con algún juego que logre captar su atención.
En el caso de los aviones una molestia frecuente que pueden presentar los más pequeños es el dolor de oídos, producto de los cambios de presión. En estos casos el especialista recomienda hidratar mucho al niño, especialmente en los ascensos y descensos.
Aunque no existen impedimentos para realizar viajes largos con recién nacidos, el profesional recomienda evitar viajar con un niño que tiene días de vida y en aquellos casos de extrema necesidad, esperar que el niño haya cumplido un mes. Asimismo, si el menor se encuentra enfermo, es preferible postergar el viaje, antes de arriesgar su integridad.
Respecto de los medicamentos, señala que no hay que llevar muchos, salvo para la fiebre, antialérgicos, repelentes de insectos y sales de hidratación. En caso de niños asmáticos, debemos añadir su inhalador.
Una vez que hayamos llegado al lugar, descargado el equipaje y nos encontremos instalados, Badilla aconseja destinar un tiempo para el establecimiento de normas generales y roles, los que en función de una buena convivencia, debe definirse en positivo.
Al finalizar las vacaciones, señala que no debemos olvidarnos de hacer un balance que refuerce todo lo vivido, recordando las actividades, anécdotas y “chascarros”. Mejor aún si se acompaña de esas fotos y/ o videos que permitirán plasmar en mayor detalle la hermosa experiencia de veranear en familia.